
Nazaré, Portugal
En lo alto del promontorio de Nazaré, frente al vasto Atlántico, se alza uno de los santuarios marianos más antiguos y venerados de Portugal: el Santuario de Nuestra Señora de Nazaré. Su historia entrelaza tradición, fe y milagros, constituyendo un centro de devoción profundamente vinculado al mar y a la vida de la gente local.
El origen de la imagen
La imagen venerada en Nazaret es una pequeña escultura de madera de trazo sencillo, que representa a la Virgen María amamantando al Niño Jesús, conocida como la Virgen del Leche. La tradición le atribuye un origen remoto: habría sido esculpida por San José y pintada por San Lucas.
Durante los primeros siglos del cristianismo permaneció en Tierra Santa, hasta que fue llevada a Palestina y luego al norte de África por el monje Ciriaco, en tiempos de persecuciones iconoclastas. Pasó luego por manos de San Jerónimo y San Agustín, antes de llegar al monasterio de Cauliniana, cerca de Mérida.
Con la invasión musulmana de la Península Ibérica en 711, la imagen fue traída a Lusitania por D. Rodrigo, último rey visigodo, y por el monje Fray Romano. Escondida en una cueva del promontorio de Nazaré, permaneció oculta durante siglos, hasta que fue redescubierta en la época de D. Fuas.


La leyenda y el milagro de D. Fuas Roupinho
En la mañana del 14 de septiembre de 1182, durante la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, D. Fuas Roupinho, alcalde de Porto de Mós, cazaba una cierva envuelta en una densa niebla junto al acantilado de Nazaré. En el momento en que se vio a punto de caer al abismo, invocó a la Virgen María, cuya imagen era venerada en esa región. En ese instante, el caballo se detuvo milagrosamente al borde del precipicio, salvándole la vida.
Como gesto de gratitud, D. Fuas mandó construir una pequeña ermita sobre la gruta donde se encontraba la imagen. Hasta hoy permanece, junto a la antigua capilla, la marca grabada en la roca que la tradición atribuye a la pata del caballo, testimonio perenne del milagro.


De la Ermita al Santuario
La pequeña ermita mandada construir por D. Fuas dio origen a un espacio de culto que creció a lo largo de los siglos. Durante el reinado de D. Fernando I, en el siglo XIV, se erigió el primer templo mayor, núcleo del santuario actual. Ya en el siglo XVII, las remodelaciones y ampliaciones le conferían el trazado barroco y las torres campanarias que hoy lo caracterizan. En el interior, destaca el retablo del altar mayor, donde permanece la imagen de Nuestra Señora de la Nazaré, centro de devoción de generaciones.



Centro de Devoción y Milagros
El Santuario de Nuestra Señora de Nazaré se ha convertido en uno de los centros de devoción mariana más importantes de Portugal, atrayendo a peregrinos de diferentes regiones e incluso del extranjero. La Virgen es especialmente invocada por la gente del mar, cuya vida siempre ha estado ligada al riesgo y a los naufragios.
En momentos de peligro, las mujeres de los pescadores subían al promontorio o rezaban en la playa, pidiendo su protección. Innumerables relatos hablan de gracias recibidas y vidas salvadas por intercesión de Nuestra Señora de Nazaré, reforzando un vínculo de fe transmitido de generación en generación.
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